lunes, 22 de agosto de 2016

En uno de esos días...

Por mucho tiempo pensó que la tristeza, la frustración, la decepción y el enojo que sentía eran los sentimientos más negativos que podía experimentar.

Hasta que conoció la desesperanza... esa pintura desteñida, que te deja indiferente, sumida en el silencio, con un cansancio crónico que se te mete hasta los huesos. Se roba el brillo de la vida y te deja pasmada, inmóvil, en un cuadro pintado en escala de grises, en un perpetuo día nublado.
Cuando pierdes la esperanza ya no gritas, ya no peleas, ya no reclamas, solo te sientas a esperar no se qué, sin fuerzas. Las lágrimas son las únicas que siguen su ardua labor, no se secan las malditas. Te quedas quieta, temiendo que el menor de tus movimientos cause un desplome de proporciones catastróficas. Comienzas a soñar con correr, correr descalza, correr y correr hasta que encuentres el sitio mas solitario del mundo donde nadie pueda seguir haciéndote llorar, pero tus pies son de cemento y no consigues dar un solo paso.

Cuando te sorprendes a ti misma protagonizando la misma escena una y otra vez, con el mismo nudo ahogándote y el mar de lágrimas que no se puede contener, acumulas una rabia infinita, no contra la causa de tu malestar sino contra ti misma por seguir ahí, tragando voluntariamente nuevas dosis del mismo veneno, remendando y añadiendo nuevos retazos a la misma pena, como si fuera tu prenda más preciada.

Mientras tanto deja que pase, uno de esos días... uno de estos días, días raros con los que ya podríamos formar un par de calendarios....



"Ni puños ni gritos: la gente no cambia.



Hay que aprender eso desde el primer día y no gastar años,


penas y fatigas tratando de lograrlo".